jueves, 29 de septiembre de 2011


Las pandillas son grupos de adolescentes y jóvenes violentos, que cometen

robos, agresiones físicas, atentados contra el patrimonio, entre otras

infracciones a la Ley Penal.

Las más conocidas son:

• Las escolares, que identificándose con el colegio al que asisten, desarrollan

una rivalidad violenta con las de otros colegios, generalmente vecinos.

• Las de barrio, formadas en base a la identificación con un barrio y que

rivaliza con otros grupos similares.

• Las barras bravas, que se organizan en un barrio identificándose con un

club de fútbol, rivalizando con las de otros clubes.

Diversos especialistas e incluso, encuestas realizadas a los mismos

“pandilleros” señalan que el problema se origina por la falta de oportunidades

de estudio o trabajo. También, ante la existencia de hogares desestructurados,

violentos o faltos de comunicación.

Las pandillas constituyen un espacio “alternativo” al que sus integrantes

recurren, donde compensan la necesidad de comunicación y vínculos

afectivos, así como la necesidad de desarrollar un sentido de pertenencia,

estos espacios no son cubiertos en sus hogares ni en su comunidad.

Sin embargo, las actividades que se desarrollan en las pandillas tienen un

carácter inmediatista. En esencia, no contribuyen a su desarrollo personal, y

están al margen del sistema y sus normas. Tienen una consecuencia

fundamentalmente negativa.

Las pandillas reflejan un fenómeno de violencia básicamente urbano. Un

estudio elaborado por la Policía Nacional del Perú y Acción por los Niños en

el año 2000, reportó la existencia de aproximadamente 400 pandillas en Lima

y Callao, lo que representaba alrededor de 14,000 integrantes. Por cierto, el

fenómeno también se ha extendido hacia las provincias del país.

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